¿Cómo te sientes en tu maternidad?
Ser mamá es increíble, cierto, es un milagro de la naturaleza, del universo. Pero también es verdad que muchas veces la mujer siente que su vida se estancó, que cambió para siempre.
Ya no es el mismo cuerpo. Ya no son las mismas emociones. Todo se intensifica: pareciera como si el corazoncito se hubiera expandido y cada sentimiento se viviera demasiado intenso. Las lágrimas siempre están esperando el momento de salir y casi nunca piden permiso.
Ser mamá es un cóctel de emociones y hormonas
Convertirse en mamá es convertirse en un cóctel de hormonas ambulantes. Vives todo intensamente: la alegría, la nostalgia, el miedo, la esperanza.
Si estás en casa cuidando de tu bebé, te sientes la mujer más afortunada del planeta porque disfrutas de ese privilegio único: estar con tu pequeño sin horarios ni límites.
Pero hay algo que pocas personas ven o quieren mirar: esa mujer ha puesto su vida en pausa. Su vida profesional y personal cambiaron. Ya no hay planes improvisados con amigas, ni tardes sola, ni tiempo propio. Ahora hay alguien que depende 100% de ella. Alguien que, si se aleja menos de un metro, ya la extraña, alguien que se hunde en un mar de llanto sin ella.
El reto de encontrarse de nuevo
Ser mamá son tantas cosas a la vez:
- Es no tener tiempo de nada, pero al mismo tiempo crear tiempo para lo que realmente importa.
- Es querer estar siempre con tu bebé, pero no olvidarte de ti.
- Es sentir que estás atrasada respecto al mundo, porque mientras la vida de los demás sigue, la tuya parece haberse detenido para volver a empezar.
Tu vida tiene un nuevo propósito. Te enfrentas a un rol en el que no te reconoces al inicio, en el que la palabra “mamá” suena ajena… pero al mismo tiempo, sientes y sabes que nadie más que tú sabrá proteger y cuidar de tu pequeño.
La fuerza que nace con la maternidad
La maternidad es una mezcla difícil de explicar: emociones, sensaciones, vivencias, aprendizajes… pero sobre todo, superación.
Cuando te conviertes en mamá, tu cerebro se transforma. Te vuelves una leona que busca soluciones y sortea problemas, con un único objetivo: hacer feliz a esa personita que en ti ve el universo.
Una personita que no sabe de guerras ni de problemas mundiales, que desconoce que existen galaxias sin descubrir… pero que ve en ti su mundo, su todo.
Y esa es la responsabilidad más grande: aunque afuera el mundo sea un caos, aunque la humanidad se deteriore, en casa —en mamá— existe un universo distinto. Un universo de risas, sueños, vida, alegría y amor.
Porque el regalo más grande que podemos dar a nuestros hijos es que crezcan sabiendo que en casa siempre tendrán un mundo genial, al que podrán regresar, y en el que siempre podrán ser felices.