No creo que haya una fórmula mágica para esto. En mi caso, fue el día a día lo que lo hizo más llevadero.
Si tuviera una receta secreta para que esas noches eternas no fueran tan duras, te la compartiría con los ojos cerrados. Porque sí, al menos los primeros tres meses, las madrugadas son todo menos tranquilas.
Esas noches se resumen en alimentar, cambiar pañales, volver a dormir al bebé… muchas veces me quedé dormida con él en brazos.
Y si algo me sostuvo en ese proceso, fue imaginar que no estaba sola. En alguna parte del mundo, en otra cama, en otro sofá, había otra mamá como yo, viviendo exactamente lo mismo: sosteniendo, aprendiendo, dando amor.
Seré sincera: muchas veces nos levantamos por inercia y nos dormimos por puro agotamiento. Y al día siguiente seguimos, con la batería que nos quede.
(Por cierto, si ves que me pierdo un poco escribiendo, culpo a las neuronas maternas que saltan de una idea a otra sin previo aviso).
¿Y cómo superé esas noches sin estresarme demasiado?
Creo que fue gracias a la lectura. Más que las redes sociales —aunque no te voy a mentir, también pasé muchas horas en Instagram buscando a especialistas de sueño, lactancia, brotes de crecimiento— fueron los libros los que me ayudaron a seguir.
Mientras amamantaba o intentaba dormir a mi bebé (sin dormirme yo), me sumergía en otras historias que me transportaban.
En mi caso, amo las novelas románticas. De esas que te lees en tres días, ligeras, envolventes.
Historias que no hay que analizar tanto como El código Da Vinci (aunque también lo leí, en mis años más adolescentes).
Lo importante es que me hacían bien. Me relajaban. Me permitían seguir siendo yo, incluso en medio de la maternidad absorbente.
Hoy, dos años después, sigo dando lactancia materna.
Mi bebé aún no sabe dormir sin mí. Algunos dirán que es una muletilla, pero no lo creo —quizá escriba sobre eso en otro momento—.
Aún hay noches en las que me necesita más, en las que tengo que quedarme a su lado un rato largo…
Y aún me acompañan mis historias.
Gracias a ellas, mi mente sigue viajando, aprendiendo, visitando otros mundos.
Y eso, en medio del caos, también es autocuidado.
Mis autoras favoritas (por si te interesa):
Elísabet Benavent (mi número uno), Andrea Longarela, Alice Kellen, María Martínez, entre otras.
Si también te gusta leer, déjame en comentarios tus libros o autoras favoritas, ¡me encantaría descubrir nuevas lecturas!
Y si te interesa que comparta mi lista de libros, solo pídemelo. Lo haré encantada.
Un abrazo,
De mamá a mamá,
Vetramom