Cómo cuidar de ti misma cuando no tienes tiempo para ti

Suena contradictorio, ¿verdad?

“Cuidarme… pero si no tengo ni tiempo para ir al baño tranquila”.

Créeme, te entiendo.

La maternidad nos pone en una especie de modo supervivencia constante. Todo gira en torno al bebé, a la casa, a las tareas, a lo urgente. Y muchas veces, lo importante —nosotras— queda al final de la lista… o ni aparece.

Yo pasé mucho tiempo sintiéndome culpable por necesitar un descanso. Como si querer respirar sola fuera un lujo o una señal de debilidad. Pero con el tiempo me di cuenta de algo: no puedo dar si estoy vacía. No puedo cuidar si no me cuido.

Pero entonces, ¿cómo cuidas de ti cuando no hay tiempo?

No siempre se puede salir a caminar sola una hora, ni tener una tarde de spa. Pero he aprendido a buscarme en lo cotidiano, en los huequitos.

Y cuando digo “cuidarme”, no me refiero a rutinas imposibles ni a meditar 40 minutos al amanecer. Hablo de cosas pequeñas, reales, que me conectan conmigo:

  • Prepararme un café y tomarlo caliente (aunque sea en dos tandas).
  • Decir “no” sin explicaciones largas.
  • Mandar un audio a una amiga que me hace reír.
  • Poner una vela mientras doblo la ropa (la más rica que tenga).
  • Respirar hondo tres veces antes de perder la paciencia.
  • Comer sin culpa.
  • Ponerme crema como si fuera un mimo, no una obligación.

Puede sonar mínimo, pero para mí ha sido revolucionario.

Cuidarte no siempre se ve bonito

A veces cuidarme es llorar en silencio cuando todos duermen.

O pedirme perdón por exigirme tanto.

O no responder mensajes porque no tengo cabeza ni energía.

O simplemente no hacer nada, aunque la casa esté patas arriba.

Eso también es autocuidado: no forzarme cuando ya no puedo más.

Un dato curioso que me ayudó

Leí hace poco que el cerebro no distingue entre un gran acto de autocuidado y uno pequeño.

Para él, lo importante es la intención. Si te haces sentir cuidada —aunque sea con 5 minutos de música que te gusta—, eso ya activa tu sistema de bienestar.

Me encantó leerlo porque me quitó culpa. Me permitió entender que no necesito hacer mucho para reconectarme conmigo. Solo estar un poquito más presente. Y recordarme que también soy importante.


Si tú también estás en esta etapa de no tener tiempo para ti, te abrazo fuerte.

Haz lo que puedas, no lo que creas que deberías.

Y cuando sientas que no das más, vuelve a ti. Un ratito. Un respiro. Un gesto.

No necesitas más para empezar a sentirte un poquito mejor.

Y eso, ya es mucho.

Vetramom

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *