Ser mamá desde la consciencia (y no desde la costumbre)
Sí, ser mamá es una experiencia única y tridimensional, pero las que ya hemos sido madres, ¿realmente tomamos esa decisión desde la consciencia o simplemente porque nos educaron bajo la idea de que, al ser mujer, ya teníamos que serlo?
Aquí me quiero detener un segundo, porque para nada estoy satanizando la maternidad ni romantizándola.
Simplemente, si llegaste hasta este artículo es porque, probablemente, te estás planteando ser mamá o en algún momento de tu vida lo has pensado.
Y yo quiero contarte lo que muchas veces se calla: qué pasa con tu vida una vez que te conviertes en madre. Qué pasa con esa mujer cuando decide tener hijos.
Ser mamá es una experiencia profundamente transformadora, hermosa e indescriptible, pero es un proceso y como todo proceso tiene sus fases, algunas más leves que otras, por eso es importante estar preparadas, y saber qué podemos esperar.
Los primeros cambios comienzan en tu cuerpo, que se adapta a las necesidades del bebé conforme crece dentro de ti. Por eso tu panza se hincha, tus órganos se reacomodan, tus sentidos se agudizan, tu alimentación se vuelve más importante que nunca.
Y sí, eso es solo la superficie, lo físico, lo que todos ven, pero…
Cada mujer vive este proceso de forma única, porque cada cuerpo y cada organismo es único.
Y las hormonas… son un capítulo aparte.
Un día puedes sentirte dueña del mundo, y al siguiente, completamente sobrepasada. Puedes reír sin sentido, llorar a mares sin saber por qué, pelearte con tu pareja sin entender bien el motivo.
Somos un cóctel de emociones que pocos comprenden.
Pero si tú y tu pareja tienen la información adecuada, podrán afrontar muchos momentos con empatía… y a veces incluso con humor.
¿Y qué pasa después del parto?
Llega el postparto. Esa etapa de la que poco se habla, pero que debería tener reflectores encima.
Es el momento en que la mujer es más vulnerable emocionalmente, y puede durar hasta dos años después de dar a luz.
Sí, dos años.
El postparto ha sido silenciado, minimizado, invalidado.
Pero es real. Y es muy importante hablar de él, entender que estamos expuestas, vulnerables…
Porque si una mamá no está bien emocionalmente, difícilmente podrá cuidar bien de su bebé… y mucho menos de sí misma.
Es un periodo en el que muchas nos sentimos perdidas, solas, confundidas.
No entendemos lo que nos pasa, ni cómo ponerlo en palabras.
Por eso es clave tener información, rodearnos de un entorno seguro y recibir la atención que realmente necesitamos.
Y por eso, mi mayor consejo es este: hablen con su pareja antes de embarazarse.
Hablen de todo esto. De lo físico, de lo emocional, de lo económico, de lo que cambiará y lo que no.
El embarazo es apenas el inicio.
La parte más desafiante, pero también la más hermosa, llega con la crianza.
Y para criar con consciencia, hay que mirar hacia adentro.
Porque todas las personas —no solo nosotras como mujeres— venimos de historias distintas, de familias diferentes, y todos, hombres y mujeres, cargamos con heridas de infancia que muchas veces ni siquiera sabemos que están ahí.
En el matrimonio, durante la crianza, esas heridas suelen hacerse más visibles.
Las diferencias en la forma de ver la vida, de educar, de expresar el amor o de poner límites salen a la luz…
Y eso no es un defecto.
Es una oportunidad de crecimiento personal y en pareja.
Cuando entendemos que cada uno trae su historia, podemos dejar de juzgarnos, de competir o de imponer.
Y desde ahí, crear juntos una nueva historia para nuestros hijos.
Una historia más consciente, más sana y más elegida.
Ahí está la verdadera clave para triunfar como familia.
En resumen, mujer empoderada que me lees:
- Infórmate.
- Conversa con tu pareja.
- Sean claros y transparentes.
- Recuerden que la crianza es en equipo. No es solo tarea de la mamá. No es solo del papá. Es de los dos.
Los niños no necesitan demasiadas cosas materiales.
Necesitan un lugar seguro, presencia real, atención genuina y un buen ejemplo que seguir.
Criar es un trabajo difícil, constante y agotador…
Pero también es hermoso y mágico si sabes ver la magia.
Tus hijos se reflejarán en ti.
Regálales una historia linda que contar, un reflejo digno de imitar, del cual se sientan orgullosos.
Y sobre todo, regálales la certeza de que donde estés tú, justo ahí estará siempre su hogar.
Su lugar seguro. Su mayor fan, su mejor espectador…
Con cariño,
Vetramom